jueves, 14 de junio de 2012
El ocho y la barra.
Barreiros Diesel S.A. fue una industria española de producción principalmente de motores, camiones, tractores, autobuses y posteriormente automóviles, también fabricó carrocerías para camiones. Fue fundada por el industrial español Eduardo Barreiros en 1954, y estuvo activa desde 1954 hasta 1978. En 1945 Eduardo Barreiros vendió la línea de autobuses que su padre poseía en Orense y fundó BECOSA (Barreiros Empresa Constructora S.A.). El fin de la empresa era la contratación de obras públicas. En 1949 comenzó en el taller familiar la transformación de motores gasolina a diésel, para cubrir las necesidades de los propios vehículos utilizados en las contratas, todo esto se inició con la compra de dos camiones de origen alemán (Krupp) en una subasta del Ejército del Aire, a los que pronto siguieron unas 2000 unidades de ZIS-5 "3HC" rusos. Pronto aumentan las peticiones de conversión de motores de gasolina a diésel, sobre todo entre los transportistas (muchos de los cuales habían conseguido "3HC" excedentes del ejército). El taller se quedó pequeño y en 1951 se decidió trasladar la producción a Madrid. Barreiros alquiló unos talleres en el km 7 de la carretera Madrid - Andalucía, por 50.000 pesetas al mes y creó la empresa Galicia Industrial. Barreiros tenía la patente nº 198.618, concedida con fecha 7 de julio de 1951, donde describía el proceso de transformación a diésel. Sus hermanos empezaron a trabajar con Eduardo Barreiros y montaron el primer laboratorio de materiales. En el periodo 1952-1953 se realizaron unas 700 transformaciones y se realizó el primer prototipo de motor con tecnología propia. Al comenzar la década de los 60, la producción de camiones creció hasta alcanzar a la marca Pegaso, líder indiscutible hasta entonces en España. La financiación fue principalmente con recursos propios, pero también destacó la ayuda del Banco de Vizcaya, que llegó a tomar una participación en la sociedad. En 1963 se firmó el pacto y en junio de 1964 el 35% de Barreiros Diésel pasa a manos de los americanos a cambio de 18 millones de dólares, al poco tiempo aumenta otro 5% por 2 millones más. Por debajo de la exitosa imagen que trascendía al público y los medios de comunicación, se libraba una batalla entre la familia Barreiros y el Grupo Chrysler, pues los criterios de organización y los objetivos últimos diferían cada vez más. Bastó que en 1967 las ventas cayeran fuertemente por debajo de las previsiones para que las necesidades financieras afloraran de nuevo con toda crudeza. De los dos socios, sólo el Grupo Chrysler podía hacer frente a esta situación, y Eduardo Barreiros tuvo que dejar que la participación de los norteamericanos aumentase del 40 al 77%, perdiendo el control de la empresa.
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